el metal
en la sangre,
restaña
la piel.
Cadenas
de fuego,
las manos,
los dedos,
incendio
de acero,
locura
sin miedo
que forja
el deseo.
Fundirse
en el hierro,
en las llamas
del cuerpo,
quemarse
y rociarse
de nuevo
en el hierro.
Beber
cada gota
como un
centelleo
rogando
que nunca
se apague
este fuego,
que no
se derrita
el metal
del placer.
Silvia Rodríguez Ares
9/06/2010
en la sangre,
restaña
la piel.
Cadenas
de fuego,
las manos,
los dedos,
incendio
de acero,
locura
sin miedo
que forja
el deseo.
Fundirse
en el hierro,
en las llamas
del cuerpo,
quemarse
y rociarse
de nuevo
en el hierro.
Beber
cada gota
como un
centelleo
rogando
que nunca
se apague
este fuego,
que no
se derrita
el metal
del placer.
Silvia Rodríguez Ares
9/06/2010
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