Se nos
gastó
la noche
entre
las manos
mientras
buscábamos
en otro
cielo
la luz
de un
rayo
de cristal.
No
supimos
comprender
la oscuridad.
Y, ahora,
obnubilados
por el
resto
de los
días
que
vendrán,
velamos
sin
consuelo,
los
centinelas
ciegos
de la
inmensidad.
Silvia Rodríguez Ares
27/7/2010