lunes, 26 de julio de 2010

Cuerpos de otra piel

Compartíamos
la misma
sombra
en aquel
umbral
dorado
de los
primeros
encuentros

entre
pájaros
de otoño
y esa
planta
desmembrada
que
tejía
enredaderas
para
cubrirnos
del sol.

Nos
mirábamos
el alma
en los
ojos
de una
rama

-ella
tenía
el secreto
que
nuestras
manos
buscaban-

conocía
la tibieza
que nos
brillaba
en la
cara

y hablaba
nuestro
lenguaje

ese
rumor
afiebrado
que nos
mordía
los labios
y nos
besaba
la espalda.

Y una
tarde
de otro
invierno

nos
convertimos
en árbol
para
guardar
el abrazo

fundidos

como
sombras
de las
ramas

como
cuerpos
de otra
piel.

Silvia Rodríguez Ares
24/7/2010