Dejo los zapatos
porque llueve
y no es mi piel
la que se moja.
Esta superficie
ha nacido
en la tormenta
de las grullas.
Todo en mí
es líquido inefable,
bendición de un alma
en el extremo.
El oleaje puro
no perturba.
La rompiente
fluye.
Silvia Rodríguez Ares
18/5/2013
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