miércoles, 29 de junio de 2011

Pájaro de mal agüero

El azul se vuelve gris

y escapa el día

en la mitad de un gesto.


No debí callar

ni diluir mi nombre.

No debí dejar entrar la bruma

ni cerrar los ojos

cuando el pájaro de mal agüero

se filtraba en mi ventana.


Ahora el vidrio roto es negro,

el párpado rezuma bilis

y la mano sangra

sin saber por qué.


Silvia Rodríguez Ares

31/3/2011

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