En fila, los zapatos se han rendido
en la quietud.
Dormitan a la espera de los ojos
que titilan en dos cuadros.
Joan Miró lo desconoce,
sumergido en siesta eterna.
Dalí quizás despierte,
abra las pestañas verde-fuego
y derrita cada silla,
el sopor del metatarso y el temor a lo invisible.
Silvia R. Ares
23/4/2013
Foto: Martin Stranka