Digo ayer y digo nunca.
Los años tropezaron en mi lengua y
los mordí.
Entonces, sangre, quieta.
Ya pasó lo que no fuiste
y añorar es de cobardes.
No más niña, no más flores
que se mueren con el alba.
La hierba está desnuda y luce bien.
Vamos, corazón, a donde el viento crece.
Silvia R. Ares
30/3/2013
Foto: Lydia Roberts
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