Puede ser que el tiempo
me cubrió las manos con ceniza.
O, tal vez, una traición
marcó mi cara.
Por más que les pregunte a los espejos,
ellos muestran lo que ven:
ni tiempo ni traidores a mi lado.
Sólo yo, mirándome la piel.
Silvia R. Ares
30/3/2013
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