Antes de apagarme,
con el brazo a punto de cerrar la cúspide del ojo,
queda algo para ver en pie:
el hueco ilimitado de mi nombre.
Mañana romperé mis cuatro llaves flojas.
La urraca colmará de anís y vidrios amarillos
la memoria
de mi cofre sin perfume.
Silvia R. Ares
6/5/2013
Prodigios que haces con la palabra poética, Silvia Rodríguez Ares... Atesoraré éste poema que me ha sorprendido tanto. Gracias, amiga!
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos!
ResponderEliminarprecioso. Ahora lo entiendo más...
ResponderEliminarGracias, Teresa!
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