Entregar
el cuerpo
al cataclismo
y saber
que
de ahora
en más
todo
es temblor
y buscar
con
ambas
manos
el abismo
queriendo
caer
de a poco
para
adentrarse
en el
otro
degustando
cada
roce
como
un festín
celestial
Es la
locura
sin ojos
que
pone
en juego
hasta
el alma
por un
minuto
en el
cielo,
por un
instante
en el
dulce
infierno
del
amor.
Silvia Rodríguez Ares
6/8/2010
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