Ojos de alondra
Cayéndome
de a poco
sin apuro
miro el cielo
con los ojos
que me prestan
las alondras
y entonces
comprendo
el vuelo
de mis manos
que se agitan
en el aire
como queriendo
ir detrás
de la bandada
que se aleja
de mi cuerpo
y me deja
desojada
en la esquina
de una calle
por la que
debo seguir.
Silvia Rodríguez Ares
15/8/2010
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