Vamos caminando lento
cuando nadie espera.
Somos dos: la luna y yo.
Un grillo nos saluda.
El gato que se escapa por el techo se despide
y sé que me consuela
(aunque no lloramos).
Mañana volverá feliz
y fingirá el amor
entre mis piernas.
Yo, también.
Tal vez sonría.
Silvia R. Ares
24/3/2013
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