Lejos, la manada de tus lobos.
Yo me acerco, la cautiva oveja,
a tus fauces dulces.
Podríamos hablar
mientras el sol deleita tus colmillos.
De mi cuerpo
soy la dueña inverosímil.
Y tu lengua, tan fugaz,
destella el fuego de un insecto irresistible.
Seríamos perfectos, si este mundo
nos amara.
Silvia R. Ares
21/4/2013
Mujer salvaje, loba,
ResponderEliminarenséñame una cosa,
una cosa del alma;
enséñame
las letras de mi aullido
para encontrar
la voz de mi manada.
Gracias, Horacio!!!
ResponderEliminartus versos me acompañan.