en penumbras
nuestros cuerpos
intercambian
sus lenguajes
las manos
reconocen
y transmiten
los mensajes
de la voz
que ya no
suena
con palabras
ahora
destila
sopla
arremolina
entrechoca
los gemidos
que transmiten
claramente
lo que
nadie
más
podrá
escuchar
con nuestra
piel
en esta
noche
que se desborda
y nos
consume
hasta
dejarnos
adormecidos
comos
dos niños
que balbucean
mirándose.
Silvia Rodríguez Ares
31/8/2010
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