los misterios
de la tarde
en el reflejo
evanescente
que se filtra
por los bordes
de mi piel.
Ya no
recuerdo
sus marcas
ni los roces
de su cuerpo
las voces
quedaron
dentro
de una caja
de silencios
y a un costado
están
sus ropas
desteñidas
por el sol.
Con la última
mirada
hacia el espejo
callará
también
la melodía
que una vez
nos envolvió
para que
todo
duerma
en la calma
sin misterios
sin recuerdos
como si esto
fuera
un sueño
que solamente
pasó.
Silvia Rodríguez Ares
30/8/2010
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