Un vidrio se incrustaba
en el espacio de tus miedos
y una boca gruesa
se reía de tus ojos fríos.
Las alas que brotaron
de la sangre que escondías
te lanzaron al Infierno,
Cisne Negro,
donde fuiste Reina,
eternamente,
puro vuelo
hasta el salto final.
Silvia Rodríguez Ares
28/2/2011
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