Ambos lazos de las huellas
acompañan nuestro andar abierto.
Hay un puente largo que bordea el río,
lo cruzamos sin mojarnos,
sin caer en la corriente que golpea los pasos.
Turbio, el aire, en la hondonada.
En la orilla nos esperan piedras cristalinas
que brotan del sol.
Silvia Rodríguez Ares
12/4/2011
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